Pueblo fantasma mexicano en Canadá
¿Te imaginas llegar a un pueblo completamente vacío… pero encontrar un altar con la Virgen de Guadalupe y restos de una piñata rota? No es un invento: en un rincón remoto de Canadá, un antiguo asentamiento minero guarda la huella imborrable de familias mexicanas que lo habitaron. Aunque hoy es un pueblo fantasma, cada diciembre, la tradición vuelve a encenderse.
más de 1,800 km al norte de Vancouver, en una región donde el invierno lo cubre todo de blanco, se encuentra lo que queda de Cassiar, un antiguo poblado minero que atrajo en los años 70 y 80 a decenas de trabajadores latinos, en su mayoría mexicanos, contratados para labores en minas de asbesto. Muchos llegaron con sus familias. Fundaron una escuela, una iglesia improvisada, y celebraban posadas, Día de Muertos y hasta el Grito de Independencia.
Lo sorprendente es que, tras el cierre de la mina en los años 90, muchas familias fueron reubicadas… pero algunas regresan cada año. Sí: cada diciembre, un pequeño grupo de descendientes mexicanos vuelve con linternas, ponche caliente y una piñata en mano. No hay casas en pie, pero sí una tradición que se niega a morir.
Uno de ellos, Antonio Méndez, nos dijo:
“Mi abuelo llegó aquí en el 78. Aunque el pueblo ya no existe como antes, mientras nosotros sigamos viniendo, Cassiar no está muerto.”
Y es que esa es la fuerza del espíritu latino: convertir hasta los sitios más fríos y olvidados en rincones de calor humano, fe y fiesta.
¿Te gustaría visitar un lugar así? ¿Conoces otras historias donde lo latino dejó una huella profunda en Canadá?
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